
“Dualidad” (1964)
Rufino Tamayo
Museo Nacional de Antropología e Historia
Ciudad de México
Se ha perdido el pueblo mexica
El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco.
Por agua se fueron ya los mexicanos;
semejan mujeres; la huída es general
¿Adónde vamos?, ¡oh amigos! Luego ¿fue verdad?
Ya abandonan la ciudad de México:
el humo se está levantando; la niebla se está extendiendo…
Con llanto se saludan el Huiznahuácatl Motelhuihtzin,
el Tlailotlácatl Tlacotzin,
el Tlacatecuhtli Oquihtzin . . .
Llorad, amigos míos,
tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexicana.
¡El agua se ha acedado, se acedó la comida!
Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco.
Sin recato son llevados Motelhuihtzin y Tlacotzin.
Con cantos se animaban unos a otros en Acachinanco,
ah, cuando fueron a ser puestos a prueba allá en Coyoacan. . .1
Los últimos días del sitio de Tenochtitlan
Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos . . .
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso,
en nada fue estimado . . .2
La ruina de tenochcas y tlatelolcas
Afánate, lucha, ¡oh Tlacaltéccatl Temilotzin!:
ya salen de sus naves los hombres de Castilla y los de las chinampas.
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya viene a cerrar el paso el armero Coyohuehuetzin;
ya salió por el gran camino del Tepeyac el acolhua.
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya se ennegrece el fuego;
ardiendo revienta el tiro,
ya se ha difundido la niebla:
¡Han aprehendido a Cuauhtémoc!
¡Se extiende una brazada de príncipes mexicanos!
¡Es cercado por la guerra el tenochca,
es cercado por la guerra el tlatelolca! 3
La prisión de Cuauhtémoc
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya se ennegrece el fuego, ardiendo revienta el tiro:
ya la niebla se ha difundido:
¡Ya aprendieron a Cuauhtemoctzin:
una brazada se extiende de príncipes mexicanos!
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Pasados nueve días son llevados en tumulto a Coyohuacan
Cuauhtemoctzin, Coanacoch, Tetlepanquetzaltzin:
prisioneros son los reyes.
Los confortaba Tlacotzin y les decía:
“Oh sobrinos míos, tened ánimo: con cadenas de oro atados.
prisioneros son los reyes.”
Responde el rey Cuauhtemoctzin:
“Oh sobrino mío, estás preso, estás cargado de hierros.
“¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?
“¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita! ”
“¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!
“Por cierto serás esclava, serás persona de otro:
“será forjado el collar, el quetzal será tejido, en Coyohuacan.
“¿Quién eres tú, que te sientas junto
al Capitán General?”
¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!
¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!”4
1 Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México.)
2 Ms. Anónimo de Tlatelolco, 1528. (Biblioteca Nacional de México.)
3 Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México.)
4 Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México.)
English Version
The Fall of Tenochtitlan
Our cries of grief rise up
and our tears rain down,
for Tlatelolco is lost.
The Aztecs are fleeing across the lake;
they are running away like wolllen.
How can we save our hoflles, IllY people?
The Aztecs are deserting the city:
the city is in flatnes, and all
is darkness and destruction.
Motelchiuhtzin the Huiznahuacatl,
Tlacotzin the Tlailotlacatl,
Oquitzin the Tlacatecuhtli
are greeted with tears.
Weep, my people:
know that with these disasters
we have lost the Mexican nation.
The water has turned bitter,
our food is bitter!
These are the acts of the Giver of Life. . . .
The Imprisonment of Cuauhtemoc
The Aztecs are besieged in the city;
the Tlatelolcas are besieged in the city!
The walls are black,
the air is black with smoke,
the guns flash in the darkness.
They have captured Cuauhtellloc;,
they have captured the princes of Mexico.
The Aztecs are besieged in the city;
the Tlatelolcas are besieged in the city!
After nine days, they were taken to Coyoacan:
C uauhtellloc, Coanacoch, Tetlepanquetzaltzin.
The kings are prisoners now.
Tlacotzin consoled theill:
”Oh m.y nephews, take heart!
The kings are prisoners now;
they are bound with chains.”
The king Cuauhtemoc replied:
”Oh Illy nephew, you are a prisoner;
they have bound you in irons.
”But who is that at the side of the Captain-General?
Ah, it is Dona Isabel, m_y little niece!
Ah, it is true: the kings are prisoners now!
”You will be a slave and belong to another:
the collar will be fashioned in Coyoacan,
where the quetzal feathers will be woven ..
”Who is that at the side of the Captain-General?
Ah, it is Dona Isabel, my little niece!
Ah, it is true: the kings are prisoners now!”
Flowers and Songs of Sorrow
Nothing but flowers and songs of sorrow
are left in Mexico and Tlatelolco,
where once we saw warriors and wise men.
We know it is true
that we fl1ust perish,
for we are mortal IIlen.
You, the Giver of Life,
you have ordained it.
We wander here· and there
in our desolate poverty.
We are Illortal tnen.
We have seen bloodshed and pain
where once we saw beauty and valor.
We are crushed to the ,ground;
we lie in ruins.
There is nothing but grief and suffering
in Mexico and Tlatelolco,
where once we saw beauty and valor.
Have you grown weary of your servants?
Are you angry with your servants,
O Giver of Life?
Note. The poems included in the english versión are different from those in the spanish versión. In the english versión, one line about resistance was omitted.